domingo, 19 de octubre de 2025

Antonio Cabrera: «La Sanidad Pública ha sido uno de los mayores avances que hemos tenido como sociedad. No podemos perderlo por no defenderlo»

Antonio Cabrera: «La Sanidad Pública ha sido uno de los mayores avances que hemos tenido como sociedad. No podemos perderlo por no defenderlo» 




Antonio Cabrera es, desde hace más de quince años, médico de atención primaria en el centro de salud Daroca, uno de los más grandes de Madrid, que atiende a casi 60.000 vecinos del barrio de La Elipa. Daroca es también un núcleo reivindicativo en las manifestaciones en defensa de la Sanidad Pública. Desde allí Antonio Cabrera analiza para Mundo Obrero la situación del sistema de Sanidad Pública en la Comunidad de Madrid, cómo se fue deteriorando desde el año 2008, la sobrecarga con la que se trabaja, cómo se fue reduciendo el presupuesto para la Atención Primaria, y cómo repercute en el trato a los pacientes. La situación era mala y sólo se agravó con el Covid. Íbamos a aprender de la pandemia, pero las promesas se las llevó el viento. Hubo manifestaciones masivas en las calles de Madrid, pero la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, responsable de la política sanitaria de la región, salió reforzada en las urnas. Fue la huelga de cinco meses mantenida en 2022 por médicos de familia y pediatras la que consiguió mejoras que han permitido que los pacientes sean atendidos adecuadamente, “porque las huelgas sí sirven” reivindica Antonio Cabrera. Entre otras cosas sirvió para limitar a 34 los pacientes diarios para los médicos de familia y a 24 para los pediatras.




Pero continúa faltando personal y recursos, y la lista de espera media para ser atendido por un médico de familia en Madrid puede ser de 15 a 25 días. Antonio Cabrera es uno de los miembros más proactivos de la Coordinadora en Defensa de la Sanidad Pública de Ciudad Lineal, que reúne asociaciones de vecinos, profesionales y ciudadanía en defensa de un sistema de salud público, de calidad y universal.




Insiste en que el sistema público de salud sí es viable, pero que necesita personal y recursos. Y que para mantener la Sanidad Pública hay que salir a defenderla. “Necesitamos que los ciudadanos presionen al máximo para defender su derecho a tener una atención sanitaria de calidad independientemente de su nivel económico. Si no presionan a sus políticos y si no lo ponen como una prioridad a través de su voto y sus opiniones, al final el sistema público de salud se deteriorará irreversiblemente y entonces ya será tarde. Estamos a tiempo”.




GEMA DELGADO: ¿Qué ha pasado en las últimas décadas en la sanidad pública madrileña para que profesionales y ciudadanos llevemos años saliendo a la calle a defenderla de un deterioro progresivo?




ANTONIO CABRERA: En 2008 los médicos de atención primaria atendían a 20 ó 30 pacientes al día. Pero a partir del 2010, en la mitad de los centros de salud la cifra subió a 60 y 70 pacientes diarios. Con los recortes ya no se hacían reposiciones ni se creaban plazas nuevas, y cada año iba menguando el número de profesionales. El trabajo se cargó sobre las espaldas de los médicos de familia y pediatras: una agenda que comenzaba siendo de 30 ó 35 personas citadas, acababa en 60 ó 70 al día, con lo que era imposible dedicar los 10 minutos estipulados de atención a cada paciente Eso tuvo muchas consecuencias. Era un ritmo difícil de mantener y muchos profesionales dejaron de ejercer: gente mayor que podría haber seguido trabajando, se jubilaba; otros pedían la jubilación anticipada; y los jóvenes después de dos o tres años trabajando en esas condiciones lo dejaban.




El problema es que de cara a la población parecía que no pasaba nada: la atención y los niveles de satisfacción se mantuvieron, pero fue a costa de la salud y la sobrecarga de trabajo de los profesionales. El resultado es que hay compañeros que están tomando ansiolíticos, antidepresivos… Y en ese contexto llegó la pandemia.




G.D.: ¿Qué sucedió durante la pandemia?




A.C.: A pesar de la imagen que se da de los hospitales, donde principalmente recayó el Covid fue en los centros de salud: se siguió atendiendo a los pacientes, tanto en consulta como en domicilios, y ahí se trataban los casos que había que discriminar. Los profesionales que ya estaban tocados, en lugar de rendirse lo dieron todo. Se trabajó a destajo, sin parar. Se atendía a casi 100 pacientes al día durante la pandemia, y con riesgo añadido de exponerse al virus .Durante dos años se mantuvo esa presión en los centros de salud. Las raíces del problema venían de antes de la pandemia, pero fue entonces cuando se visibilizó en los medios de comunicación.




G.D.: Durante la pandemia se repitió hasta la sociedad que habíamos aprendido y mejoraríamos. ¿Mejoró?




A.C.: Los profesionales habían aguantado toda la pandemia. Lo dieron todo. Pero también esperaban que los responsables políticos reforzaran la atención primaria y no lo hicieron. Todo volvió a la normalidad anterior: ni aumentaron recursos ni profesionales. Durante las segundas navidades tras el Covid se sobrecargó aún más la atención primaria y los centros de salud se bloquearon por la cantidad de bajas laborales que hubo. Mucha gente se vino abajo.




Y de ahí nació la huelga de médicos y pediatras de atención primaria que duró cinco meses. Se consiguió limitar el número de pacientes diarios para poder dedicarles el tiempo necesario que requiera una atención de calidad. Pero a cambio, como no se ha aumentado el número de profesionales, se han alargado las listas de espera.




G.D.: ¿Cuántos días se tarda desde que se pide cita hasta que se tiene una consulta?




A.C.: Depende de la zona de Madrid en la que vivas. Donde hay alto nivel adquisitivo y la gente recurre más a la sanidad privada, tienes consulta con tu médico de familia en 1, 2 ó 3 días. Pero en los centros de salud como el nuestro, que ya está en zonas medias, y aquellos que están en zonas más vulnerables, oscila entre 15 días y 25 días, incluso a veces hasta el mes.




G.D.: ¿Por qué es importante tener un médico de continuidad?




A.C.: Es uno de los conceptos claves de la atención primaria. El hecho de que te atienda siempre, o la mayor parte de las veces, el mismo profesional, ya sea un médico de familia o una enfermera, y sea él o ella quien tome la mayor parte de las decisiones sanitarias, aumenta un 25% la esperanza de vida. Reduce la mortalidad un 25%, porque detecta si hay algo de gravedad, y reduce las visitas a los servicios de urgencias un 30%. Yo llevo más de 15 años en mi plaza y es una ventaja para mí y para los pacientes; sabes los tratamientos que les han funcionado y los que les han ido mal; detectas, por ejemplo, si han tenido una pérdida de peso de la que nadie se ha dado cuenta pero que puede alertar de algo más grave. Tienes mucho más criterio para tomar decisiones del que puede tener un médico que te ve aisladamente o en las urgencia.




Las urgencias se han convertido muchas veces en la manera de ir resolviendo las cosas, pero donde los pacientes buscan una solución pueden encontrar un problema porque muchas veces les atienden médicos residentes que están en formación y que a veces toman decisiones en una situación de gran presión; además, no van a volver a ver a ese paciente, ni sabrán si los medicamentos que prescriben pueden producir efectos secundarios en esa persona porque no conocen su historial.







G.D.: Hablando de urgencias, ya fue hace 5 años que el gobierno de Ayuso cerró la mayoría de los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) que funcionaban durante la noche y los fines de semana. En Madrid sólo quedan 4 con médicos, el resto sólo tiene personal de enfermería ¿Cómo ha repercutido en los hospitales y en la salud de la población el desmantelamiento de los SUAPs?




A.C.: Han aumentado, por ejemplo, las listas de espera y la sobrecarga de trabajo los lunes y los martes. Los SUAPs, centros de atención continuada, resolvían problemas menores o puntuales. También ha provocado la sobrecarga de las urgencias hospitalarias. Hay personas que por un diagnóstico de una infección respiratoria leve, una descompensación leve de alguna enfermedad crónica, o una cura menor, que podría ser resuelto claramente en esos centros, tienen que acudir a una urgencia hospitalaria donde sufren muchas horas de espera por tratarse de casos de menos gravedad. Y contribuye a la sobrecarga de las urgencias.




G.D.: ¿En qué situación está la atención en salud mental?




A.C.: Ha eclosionado. El detonante fue la pandemia, pero ya se habían sembrado antes las situaciones que estaban dando lugar a un aumento de la patología mental: una sociedad cada vez más individualizada en la que no se buscan soluciones colectivas; condiciones laborales precarias o exceso de presión en el trabajo; salarios bajos; problemas de acceso a la vivienda, que ya estaban ahí; la presión de la imagen en las redes sociales, etc. La pandemi dio un tiempo a la gente para hacer introspección y darse cuenta de que no estaba bien. Y aún fue peor en los jóvenes.




Es verdad que hay un debate grande sobre cómo se tiene que abordar, pero, de momento, el acceso a la terapia psicológica en el sistema público está bloqueado, no tiene capacidad de dar respuesta a cuadros de depresión y de ansiedad tan frecuentes. La lista de espera puede ser de tres meses y la frecuencia de las consultas posteriores van a ser una vez cada uno, dos o tres meses.




Pero también hay que poner el foco en las causas sociales y laborales. A nivel de salud mental, un porcentaje importantísimo de las bajas es por las situaciones laborales que se dan de explotación, de maltrato, de prolongación de jornadas. El trabajo de teleoperadoras, por ejemplo, es durísimo en cuestión de salud mental.




“Hay gente que te pide una pastilla, pero si empiezas a preguntarle es que le han subido el alquiler y si no lo paga le echan del piso en tres meses”




También tenemos que poner el foco en la presión económica de la vivienda. Lo estamos viendo en las consultas; gente a la que le están subiendo el alquiler y tiene problemas para pagarlo, te pide una pastilla, pero si le empiezas a preguntar te encuentras que si no paga el alquiler, que en zonas como esta están subiendo de manera escandalosa, le echan del piso en tres meses.




G.D.: ¿Faltan médicos?




A.C.: En formación estamos por encima de la media europea. Lo que hay que analizar es dónde se van los médicos que se forman aquí. Además, el tema no es que no haya médicos, sino que cogen otras especialidades más atractivas que atención primaria.







G.D.: La Organización Mundial de la Salud recomienda que el 25% del presupuesto sanitario se destine a la atención primaria ¿se está cumpliendo?




A.C.: En realidad la cifra está alrededor del 15% variando según las comunidades autónomas. Madrid y Baleares siempre están a la cola y, aunque son dos de las comunidades más ricas, la inversión por persona en atención primaria está alrededor del 11%, muy lejos de ese 25% recomendado.




G.D.: ¿Cuál es el objetivo de la Coordinadora en Defensa de la Sanidad Pública?




A.C.: Está formada por asociaciones de vecinos, profesionales y ciudadanos que están luchando a nivel del barrio por la sanidad pública, universal y de calidad, que está en peligro. La Sanidad Pública ha sido uno de los mayores avances que hemos tenido como sociedad. El sistema sanitario público español es puntero en el mundo. Pero obviamente está en crisis porque desde Ronald Reagan y Margaret Thatcher, uno de los objetivos que se marcaron los partidos conservadores y liberales fue debilitarlo.




Se lucha para que puedas acceder a una sanidad de mucha calidad independientemente del nivel económico que tengas y del barrio en el que vivas.




En España no se concibe que enfermar te pueda suponer arruinarte. Pero es lo que ocurre no sólo en el África subsahariana, también en Estados Unidos, donde la principal causa de ruina de familias es la atención sanitaria.




G.D.: ¿Por qué ha aumentado tanto la población con seguros privados de salud?




A.C.: Se calcula que en zonas como Madrid o Cataluña el 40% de la población ya tiene una cobertura privada porque se les está empujando de una manera o de otra, ya sea por las listas de espera o por miedo a enfermar y no ser atendidos. Pero, obviamente, cuando un paciente ya se complica, tiene muchas enfermedades o supera los 65 años, la privada no lo quiere y, subiéndole las tarifas, le expulsa; no te echa nunca, pero sí te duplica o te triplica el precio. Así que esos pacientes acaban en nuestras consultas.




“A mí me impresiona que al llegar a clínicas privada en el ‘hall’ de entrada tengan un departamento de financiación”




G.D.: ¿Se está favoreciendo a la sanidad privada?




A.C.: A muchos niveles, desde desgravaciones fiscales a empresas que hagan coberturas privadas a sus empleados a recalificación de terrenos para construir hospitales privados que continuamente están creciendo. En nuestro barrio, el terreno del Hospital del Aire, que era un hospital del ejército pero público, se le ha concedido a una aseguradora privada. También el Hospital de Valdebebas.




A mí me impresiona que al llegar a clínicas privada en el hall de entrada tengan un departamento de es financiación.




G.D.: Volvemos una vez más al tema de las competencias. ¿Quién tiene las competencias sanitarias en este país?




A.C.: Hay que recordar que las competencias sanitarias están transferidas a las comunidades autónomas al 90%. El gobierno central tiene muy pocas, básicamente la Agencia Española del Medicamento, vacunas y sanidad exterior, pero cada vez que hay un problema se juega a la confusión. Y al final la gente cree que la culpa de las listas de espera es de Pedro Sánchez. Pero son las comunidades autónomas las que deciden a dónde van sus presupuestos, si ponen recursos y personal o no los ponen, si apuestas por la atención pública o por la atención privada. Y son los presidentes de las comunidades autónomas los que deben responder por los temas de Sanidad.




“Son las comunidades autónomas las que deciden a dónde van sus presupuestos, si ponen recursos y personal o no los ponen, si apuestas por la atención pública o por la atención privada.”




G.D.: Este verano el presidente de la Junta de Andalucía, Moreno Bonilla, sugería que la Sanidad Pública no es viable.




A.C.: Claro que es viable. Lo que pasa es que hay que dedicar recursos. Lo que es inviable es tener un modelo privatizado, atomizado, en el que se medicalice toda la atención, un sistema en el que a quien tenga dinero se le hagan un millón de pruebas, aunque no sean necesarias, y a quien no tiene no se le hace nada. Lo que no es viable son sistemas que no tienen ningún tipo de planificación sanitaria.




No podemos olvidar que la privada se mantiene sobre la pública. Y que la privada, no atiende los casos graves, que van a la pública. Si la privada tuviera que asumir el coste de un paciente hasta el final de su vida, no sería rentable nunca. Continuamente tengo pacientes que me llegan con 65, 70, 75 años, que les han subido las cuotas y donde pagaban 100 euros al mes les piden 400 y no pueden costearlo. Y eso es lo que la gente no ve.




G.D.: ¿Cuál es la reivindicación que hacéis desde la Coordinadora en Defensa de la Sanidad Pública?




A.C.: Lo importante es que los presupuestos tienen que orientarse claramente al sistema sanitario. También hay que reforzar mucho el sistema de cuidados, porque al final donde se sostiene la salud de mucha parte de la población con muchas limitaciones en los últimos años de vida es un sistema potente de cuidados.




Y luego, mejorando las condiciones de vida de la gente para que no enferme. La prevención no es solo pruebas diagnósticas, es que tengas unas horas limitadas de trabajo y tiempo de ocio, que tengas una vivienda digna, que puedas tener un trabajo adecuado, que puedas hacer deporte, que puedas acceder a una alimentación sana. Y todo esto nos ahorraría mucho dinero que luego se destina a medicamentos y pruebas de diagnósticas, que muchas veces es lo que quiere el sistema sanitario privado.




No podemos perder algo que ya teníamos por no defenderlo y por no hacer políticas que lo fortalezcan. Creo que tanto profesionales como gestores y ciudadanos somos responsables de la sostenibilidad del sistema y eso es lo que intentamos desde la Coordinadora.

jueves, 30 de noviembre de 2023

Reflexiones políticas de noviembre de 2023

Nos encontramos en un momento realmente complejo para el Partido Comunista de España. Sirvan estas reflexiones a modo de propuesta dialéctica primero para mí mismo y si alguien lo considera, para poder avanzar en un análisis concreto de la situación actual del PCE y de nuestras expectativas de futuro a corto y medio plazo. Un medio plazo, por cierto incierto y sombrío en mi opinión, en el que se vislumbra más que nunca en los últimos 40 años el fantasma de la desaparición o al menos, de la irrelevancia definitiva. 
Puede creerse que esta afirmación es demasiado grandilocuente precisamente en un momento en el que el PCE cuenta con una militante y una afiliada, Ministras en el Gobierno de España, Sira Rego y Yolanda Díaz. En la anterior legislatura, La propia Yolanda Díaz, Alberto Garzón, Coordinador General de IU fueron asimismo Ministros y varios militantes del PCE ocuparon cargos de diversa importancia como Secretarias de Estado. Parece curioso alertar de la irrelevancia del PCE en un momento en el que tras décadas de no ser posible, volvimos a entrar en el Gobierno del Estado. 
Y sin embargo, estoy convencido de ello. Pero entiendo que mi advertencia quizás requiera de un mayor desarrollo explicativo. Veo claro el riesgo de irrelevancia, si no del PCE mismo como organización, sí al menos del que (se supone que) es el proyecto histórico del Partido, recogido en los Estatutos aprobados en el XXI Congreso en su art. 1: “El PCE, por su historia y actividad forma parte del movimiento obrero, de los sectores sociales y de la cultura que trabajan y luchan en la perspectiva y construcción del socialismo y la realización plena del ideal emancipador del comunismo.” 
Aunque tal perspectiva sea interpretable y “la realización plena del comunismo” un ideal, es razonable poner en duda que ese sea el camino por el que transita el PCE, el de la consecución del Comunismo en España a través de la construcción socialista. 
Lo que parece más bien es que el PCE, al apostar por la plataforma electoral “SUMAR”, transita el camino de la consolidación de un bloque socialdemócrata liberal de la mano del PSOE, con quienes SUMAR ha formado Gobierno con una correlación de fuerzas entre PSOE/SUMAR aproximadamente 5/1. 
Podría ser un objetivo loable, que ya fue el del anterior Gobierno formado por PSOE y lo que entonces fue Unidas Podemos, una coalición electoral nacida del
impulso de PODEMOS, entonces en su mejor momento, con participación en varios Gobiernos autonómicos y Municipales, y que había sido capaz de forzar la formación de un Gobierno sin Ciudadanos y posicionar al PSOE (al contrario de lo que hubiera deseado) el el campo de la “Izquierda” parlamentaria y evitado un Gobierno PSOE-UP-Ciudadanos. 
Unas palabras sobre PODEMOS. 
PODEMOS supo marcar agendas, relatos y emplazar de una vez debates pendientes desde hace 45 años. Llevó al campo de la izquierda reformista una socialdemocracia real, que por primera vez accidió al Gobierno del Estado (incluido el PCE, vetado históricamente del mismo) y facilitó la incorporación a las instituciones españolas, a la “normalidad democrática” a organizaciones de la izquierda soberanista como ERC y EH-Bildu, hasta entonces tambien vetadas de ella. 
Ese PODEMOS fue el que, liderado por el grupo de Pablo Iglesias, marcó la vida política durante esos años. Eso tuvo un coste para PODEMOS. Sufrieron el acoso de una parte del Estado que no es electa, sufrieron persecución judicial y mediática, personal (como en el caso del intolerable hostigamiento a Pablo Iglesias, Irene Montero y sus hijos en su domicilio) sin que ese Estado “encontrase la forma”, digamos, de protegerles. 
Procesos judiciales poco imparciales cuando no fabricados directamente, acoso mediático constante y señalamiento como “peligro para España” de quienes proponían en realidad nada menos, pero nada más que una actualización del proyecto socialdemócrata español, en la linea de la mayor parte de los países de Europa, con el añadido eso sí, de proponerlo EN SUSTITUCIÓN del PSOE, auténtico pilar fundamental del Estado emanado de la arquitectura post franquista recogido en la Constitución Española de 1978 que nos consagró como Reino y Monarquía Parlamentaria y mantuvo casi intacta la infraestructura del Poder y una gran parte de la Superestructura del Estado. 
Se puede opinar hasta qué punto PODEMOS cuestionó las bases de esa arquitectura, del llamado “Régimen del 78”. Se puede opinar hasta qué punto PODEMOS dio o no un “puñetazo en la mesa” y si ha cambiado cosas o no, y en qué medida. 
Lo que es incuestionable es que han sido el actor fundamental de la izquierda
en los últimos 5-7 años. Quienes han capitalizado el foco de la izquierda institucional española y en torno a los que han girado dinámicas, decisiones y movimientos tácticos del resto de actores de la izquierda. 
Habría mucho más que hablar de PODEMOS. Por ejemplo, de sus propios errores. De cómo su acción política en los Gobiernos autonómicos y Municipales ha estado muy lejos de ser especialmente progresista, de cómo han laminado internamente a sus disidencias que en gran medida hicieron posible los resultados numéricos en escaños en el Congreso de los Diputados sobre los que PODEMOS legitimó sus demandas. De cómo la Dirección de Podemos y de UP bloqueó determinadas demandas, por ejemplo, sanitarias, por una cuestión táctica de “Elección de batallas prioritarias” hasta que usaron esas demandas de forma totalmente oportunista. De cómo, antes de SUMAR (y esto era evidente para su dirigencia, lo reconozcan o no) sus perspectivas electorales en solitario eran honestamente nefastas. 
Pero esto, ni es el objeto de estas reflexiones ni soy yo quien debe hacerlas porque ni es mi organización, ni tengo el más mínimo conocimiento de la realidad interna de PODEMOS. Así que avancemos. 
Decíamos que el resto de organizaciones de la izquierda no hemos tenido realmente la iniciativa política. Tampoco el PCE ni IU, por supuesto. En este periodo el PCE hemos dedicado el grueso de nuestros esfuerzos a las tareas de sobrevivir como organización (objetivo muy loable), no quedar “fuera de la foto” de la pugna dentro de la Socialdemocracia reclamando una cuota de presencia en UP y en el reparto de cargos institucionales en los Gobiernos autonómicos y del Estado y derivado de ello, nos hemos dedicado a la defensa y justificación de nuestro papel en esas instituciones. Cabe añadir que la “cuota” que IU y PCE hayamos podido legítimamente reclamar, ha sido posible por nuestra mayor potencia militante y orgánica, por poseer una militancia realmente existente de acero, aun (cada vez menos) numéricamente relevante y presente cuando se precisa en cada espacio de disputa y ámbito de lucha. Digamos que “la potencia negociadora discursiva y retórica” de los negociadores de las direcciones del PCE y de IU no parece que por sí sola nos hubiera dado acceso a responsabilidades ni cuota alguna.
Y poco más. El resto del Partido está, seamos honestos, “en standby”. No por falta de iniciativa de las Direcciones locales, o por la pérdida de músculo organizativo y militante, elementos que no niego que puedan ser importantes, pero el factor limitante clave, la razón primera y última de la “congelación” del PCE ha sido que todo lo que no tenía que ver con la participación del Partido en el Gobierno de España era irrelevante en términos prácticos, pero también teóricos, para la Dirección del Partido, muy lejos de tener una voluntad mínimamente revolucionaria. 
Esto es evidente desde hace tiempo. Nadie puede creer lo contrario en el Partido. Puede haber quien crea que tal estrategia es la correcta y que responde a las necesidades y posibilidades reales del PCE en este momento, pero no puede creer que la apuesta no es la de “todo por y para nuestra participación en el Gobierno de España”, cuya traducción ahora es “Todo por y para SUMAR”.  
Porque SUMAR es eso. 
Es una plataforma electoral totalmente centrada en la figura individual de Yolanda Díaz y su liderazgo, construida por su equipo de confianza para acceder electoralmente a diputados y a cargos en el Gobierno de España. Insisto. Se puede creer que esto es lo adecuado. Que lo que nos corresponde ahora es gobernar, “darle en el morro a la derecha con el BOE”. Bien. Eso se puede compartir o no. Pero es incuestionablemente así. SUMAR no es un movimiento ciudadano, no es una asamblea popular ni es un colectivo. Tuvo una parte de elaboración programática por parte de “personalidades notables de la izquyierda”, pero de cuyas aportaciones, nada queda en el acuerdo de Gobierno con el PSOE más allá de una etérea declaración genérica de intenciones progresistas bienintencionadas. 
No hay más. No hay estructura, no hay órganos, no hay debates ni toma colectiva de decisiones. Las decisiones se tomarán en el Grupo Parlamentario de SUMAR, COMO MUCHO, sino en un espacio más reducido aun. Y las prioridades se definiran en espacios institucionales como la Comisión Permanente del Congreso. Del Congreso de los Diputados, digo. 
Este es el proyecto declarado de nuestro Partido para los próximos 4 años o al menos, para la ya vigente legislatura. Este hecho, por sí mismo, es
preocupante. Consolida una dinámica que centra al Partido (nunca mejor dicho) en lo institucional, para lo que se dedicarán los mejores cuadros, los mayores esfuerzos de un Partido cuya hemorragia militante constante hace imposible diversificar las tareas en otro ámbito. El lema sería “Todo el poder a los parlamentarios”. Lo cual resta potencia militante, potencia de lucha, legitimidad adquirida en los conflictos y capacidad de incorporar nuestra visión a los mismos. Y probablemente, cuando se de la circunstancia de que este Gobierno tome medidas antipopulares o reaccionarias, “se nos invitará a ser prudentes” en las protestas frente a esas medidas que surjan desde los movimientos sociales. Es un panorama francamente preocupante. 
Pero es que además se da en el escenario actual otro elemento que hace ya que ese panorama sea desolador. Se va configurando un bloque de diputados que estarán digamos, en la “oposición a la izquierda” del Gobierno. Ese bloque estará conformado casi por 20 diputados (incluyendo 5 de PODEMOS, los de ERC, EH-Bildu y BNG) con posiciones ideológicas que van desde “un poco más a la izquierda”, hasta “casi nada de izquierdas”. Pero ahí están. Y desde ese espacio su discurso será el de ser los que tiren hacia políticas de izquierdas a un Gobierno de centro progresista. Esta retórica nos suena seguro. Es en la que ha estado instalada IU desde su nacimiento. Pero ya no. Muy probablemente los integrantes de este bloque tienen la intención de posicionarse de cara a todo el ciclo de esta legislatura y a la siguiente convocatoria electoral de tal modo que si alguien progresista quiere votar “Seguridad”, votará al PSOE, como ha sucedido siempre desde 1982, “como Dios manda”. Pero si el PSOE le ha decepcionado, si busca una política más a la izquierda, ¿votará SUMAR o Yolanda Díaz? Pues seguramente no. SUMAR ha unido su destino al PSOE y ya está. En esa curva me maté yo. 
Quienes llegado el caso, capitalizarán esa indignación, ausentes las calles de conflicto, serán PODEMOS a nivel del Estado o en el caso de Euskadi, Galicia o Catalunya, sus respectivas izquierdas soberanistas. Ni siquiera es tácticamente inteligente, la postura actual del PCE. 
Incluso aunque el criterio fuera tratar de ser “el referente social y de izquierdas del Gobierno”, la posición actual no servirá de nada. 
Y por eso me preocupa el futuro a corto y medio plazo del Partido. Porque
hemos optado por entrar voluntariamente en un pozo sin fondo hacia la nada. La irrelevancia. Por muchas Ministras que tengamos, o por muy garantizada que esté la financiación. 
El PCE es un partido, aun, comunista. La organización que se reclama “comunista” más grande del Estado. Por tanto, en la que hemos de militar los comunistas españoles. Pero claro... todo tiene un límite. Si la perspectiva de la construcción del socialismo y la realización plena del ideal emancipador del comunismo son poco más que una frase vacía, si el Marxismo-Leninismo recuperado en el XX Congreso es solo una burda careta para la laminación de la crítica, si el objetivo del PCE es la consolidación como fuerza reformista dentro de los márgenes del sistema, la Dirección actual del PCE nos lleva al desastre y a la irrelevancia de la que ninguno de nosotros podrá ya recuperarse. 
En el XXI Congreso del PCE, hubo una oportunidad para cambiar esta dinámica Un grupo de camaradas creímos en ello y apostamos por un viraje de 180º, por recuperar la estructura (aun) existente del PCE para un proyecto emancipador de nuestra Clase y de construcción de un proyecto Socialista “aquí y ahora”. Un proyecto que ocuparia el espacio político del Socialismo que, en España, está vacío. Es el espacio socialdemócrata el que está a reventar. El que insistimos machaconamente en ocupar en contra de los textos aprobados, en contra de nuestra gloriosa historia, en contra de la certeza del triunfo Socialista futuro. No es tarde para ello, camaradas, pero exige una dura autocrítica. Existe mirarnos en un espejo que nos va a devolver una imagen incómoda de nosotros mismos pero que es el primer paso para, primero, detener la hemorragia militante. Luego, para preguntarnos para qué estamos en el Gobierno. PARA QUÉ, de verdad, para qué objetivos estratégicos, para avanzar qué posiciones, para qué acumulación de fuerzas. Para, una vez reflexionado, tomar las decisiones pertinentes y preparar un proyecto de suma de militantes en torno a un proyecto creíble por posible y evaluable de transición al Socialismo en España. Cueste el esfuerzo que cueste y el tiempo que cueste. Sin renunciar a la concurrencia electoral, por supuesto. La militancia comunista debe estar en cada espacio en el que se dirima el destino de la Clase Obrera. También en los parlamentos burgueses. Pero para honrar
nuestros objetivos e intereses. No para ser “la pata social” de nadie. Menos de quien no nos necesita salvo para reirse de nosotros. 
No es tarde para un proyecto Socialista en España. Solo espero que no sea tarde para un PCE que sea ajeno a la construcción de ese proyecto.

miércoles, 9 de agosto de 2023

FENTANILO, de la guía: USO DE OPIOIDES EN EL DOLOR CRÓNICO NO ONCOLÓGICO, del Servicio Aragonés de SALUD

 FENTANILO

a) Generalidades

Es un analgésico opioide potente, con propiedades agonistas del receptor μ. Sus principales acciones terapéuticas son la analgesia y la sedación.

Disponible en parches transdérmicos y formulaciones de liberación rápida. Estas últimas no tienen la indicación para su uso en dolor no oncológico.

b) Farmacocinética

La concentración sérica se estabiliza entre las 17-48 horas tras la aplicación, permaneciendo relativamente constante durante el resto de las 72 horas del periodo de aplicación.

Biodisponibilidad: 92%.

c) Uso en situaciones especiales

El fentanilo se metaboliza a metabolitos inactivos en el hígado en su mayoría por medio del CYP3A4. La insuficiencia hepática puede retrasar su eliminación.

En caso de detectar toxicidad debe reducirse la dosis.

Eliminación renal. El 75% de la dosis se elimina en orina principalmente en forma de metabolitos inactivos. Debido a ello puede ser una alternativa en insuficiencia renal. Se precisa reducir dosis con filtrados muy reducidos.

Se recomienda precaución en pacientes pediátricos y jóvenes.

d) Contraindicaciones

Hipersensibilidad al principio activo, íleo paralítico, depresión respiratoria, pacientes que estén en tratamiento con IMAOS o que los hayan tomado en las dos últimas semanas, dolor agudo o post-operatorio, embarazo y lactancia.

e) Evidencia de uso

Osteoartritis

Se han llevado a cabo varios estudios en pacientes con artrosis: en un estudio de 6 semanas de duración (Langford R et al 2006), en el que se comparó con placebo, fentanilo obtuvo un mayor alivio en la intensidad del dolor, aunque sólo el 50% de los pacientes completaron el estudio.

En 2014 se publicó un estudio en el que fentanilo se comparó con loxoprofen y con tramadol/paracetamol (Fuji et al 2014) durante 12 semanas en 200 pacientes con más de 11 meses con síntomas de artrosis. Los cambios respecto al nivel basal de la intensidad del dolor en el grupo de fentanilo fueron estadísticamente significativos respecto a tramadol y a loxoprofen.

Dolor neuropático

Se ha publicado una revisión Cochrane (Derri et al 2016) que recoge un único estudio (Arai et al 2015) en pacientes con dolor neuropático (neuralgia postherpética, síndrome regional complejo o dolor crónico postoperatorio) en el que se comparó fentanilo transdérmico con placebo. De los 258 pacientes iniciales, se seleccionaron 163 pacientes respondedores al tratamiento. En la semana 12, el 35% de los pacientes tratados con fentanilo presentó suficiente alivio del dolor y buena tolerabilidad comparado con el 22% de los pacientes del grupo placebo. La información fue insuficiente para establecer el papel del fentanilo en dolor neuropático al tratarse de un estudio con un pequeño número de pacientes, y con poca información sobre aquellos que no siguieron en el ensayo.

Dolor crónico predominantemente lumbar

Fentanilo se ha comparado con morfina de liberación prolongada y con buprenorfina en pacientes con dolor lumbar crónico. Los estudios tenían unaduración entre 8 semanas y 13 meses. En los dos estudios en los que se comparó frente a morfina de liberación prolongada (Allan et al 2001, 2005) se observó un cambio en la intensidad del dolor similar en los dos grupos de tratamiento. En el estudio que comparó fentanilo vs buprenorfina (Mitra et al 2013), el 50% de los pacientes en el grupo de buprenorfina frente al 43% del grupo de fentanilo tuvieron un alivio significativo del dolor a los 3 meses (reducción de 3 puntos en la escala visual analógica -VAS), pero a los 12 meses, sólo el 11% de los pacientes presentaba un alivio significativo del dolor.

f) Tolerabilidad, efectos secundarios

En los estudios en los que se comparó fentanilo con morfina, se observó una mayor incidencia de estreñimiento con morfina de liberación sostenida.

Las concentraciones de fentanilo pueden elevarse si se aumenta la temperatura de la piel (fiebre, fuentes de calor externas…).

Existe un riesgo potencial de aumento en la liberación del fentanilo del parche, dependiente de la temperatura, que puede conducir a una posible sobredosis y muerte. Debe evitarse la exposición al sol, fuentes de calor directa como mantas eléctricas, baños o duchas con agua muy caliente; también se debe tener precaución si el paciente va a ser sometido a una resonancia magnética que puede aumentar su absorción, por lo que se recomienda su retirada antes de la realización de la misma.

g) Dosis de inicio y titulación

La dosis debe individualizarse en función del estado del paciente. Los parches se han formulado para liberar 12, 25, 50, 75 y 100 μg/hora de fentanilo en la circulación sistémica.

En general, la vía transdérmica no está recomendada en pacientes sin tratamiento previo con opioides ya que es difícil predecir el efecto de un fármaco tan potente y por la larga duración de su efecto.

El fentanilo transdérmico está indicado en pacientes con control del dolor estable mediante tratamiento analgésico, no deberíamos considerar esta vía para titulación de dosis en pacientes con dolor inestable.

Cuando no se considere posible comenzar con opioides orales y se considere que fentanilo transdérmico es la única opción de tratamiento adecuada para los pacientes sin tratamiento previo con opioides, solo se valorará la dosis inicial más baja (es decir, 12-25 μg/h). En estos casos el paciente debe ser estrechamente monitorizado.

Se debe considerar especialmente en aquellos pacientes con disfagia, dificultad para el cumplimiento del tratamiento o insuficiencia renal.

La evaluación inicial del efecto analgésico máximo de fentanilo transdérmico no puede realizarse antes de que el parche permanezca aplicado durante 24h

horas. Este periodo de retraso es debido al incremento gradual de la concentración de fentanilo sérico en las 24 horas posteriores a la aplicación inicial del parche. El parche debe sustituirse cada 72 horas.

h) Posología en mantenimiento

La equivalencia de dosis fentanilo: morfina es de 1:2

Si es necesario discontinuar el tratamiento, hay que recordar que las concentraciones de fentanilo decaen gradualmente al retirar el parche. El periodo de tiempo hasta que las concentraciones séricas de fentanilo disminuyan al 50% será como mínimo de 20 horas.

martes, 25 de octubre de 2022

En respuesta a "La Izquierda de Isengard" de Pedro Vallín.

Jesús Caballero

25 de Octubre de 2022


He sentido la necesidad de intentar elaborar una especie de respuesta a la provocación liberal que Pedro Vallín nos ha lanzado a quienes no somos liberales en el artículo titulado “La izquierda de Isengard” que le ha publicado el diario “La Vanguardia” el día 23 de octubre.

https://www.lavanguardia.com/politica/20221023/8577950/rojipardos-isengard.html

En el citado artículo, Vallín desarrolla una metáfora sobre temas de “El Señor de los Anillos” de Tolkien en en la cual equipara a quienes desde posiciones de izquierda, se alían táctica o estratégicamente con el Gobierno (y la persona) de Vladimir Putin en la Guerra de Ucrania/Donbass, con la figura de Saruman, Ainur, Maia, Mago en principio lider de los principios nobles y cabecilla de la lucha contra Sauron, el “Señor Oscuro” que traiciona estos ideales, no tanto para como afirma Vallín, aliarse estratégicamente con Sauron para dominar el Mundo (como apunta la película), sino en alianza táctica con Sauron pero para obtener el anillo único ántes que él y dominar el Mundo en Solitario (como en realidad relatan los libros).

Al margen de lo ajustado a canon de la interpretación de Vallin de “la traición de Isengard”, resulta ciertamente una metáfora brillante en tanto que se entiende facil, es muy compartible por una mayoría de personas y señala con nitidez los campos del “bien” y del “mal”.

Mi intención inicial, como imagino la de muchos otros, era sencillamente invertir los términos para evidenciar lo falaz de la metáfora. Con absoluta facilidad se puede identificar a Mordor, a Melkor incluso, el “enemigo del Mundo”, el semidios que sobrepasa en poder al propio Sauron, con la OTAN. La OTAN es sin duda la entidad que ha ostentado y ostenta el dominio del Mundo. Ostenta la hegemonía principal, en términos clásicos, si se prefiere. Quienes a Melkor se oponen, aun desde de presupuestos no totalmente nobles, serían en realidad “los buenos”.

Pero debo decir que este enfoque pronto me ha parecido tan banal como mi primera interpretación del artículo de Vallín y he decidido leérmelo una segunda vez. Y en esa segunda lectura, me ha parecido que tenía un poco más de enjundia y “fondo” que una burda metáfora de buenos y malos.

En esa segunda lectura, he llegado a la conclusión que de lo que Vallín habla en ese artículo y para lo cual utiliza una de las metáforas frikis a las que es tan aficionado y que tan atrayentes resultan para una parte importante de sus lectores potenciales, es en realidad de los límites de lo respetable, de lo posible para una organización de la Izquierda que aspire a ser validada com actor autorizado en la realidad sociopolítica de las democracias “burguesas-liberales” y de los valores dominantes de estas.

El ejemplo de “izquierda válida” lo da el propio Vallín cuandi dice, y cito: “...las izquierdas efervescentes en Chile, Argentina, Colombia o Brasil adoptan posiciones reformistas inscritas en el marco de la democracia burguesa, una suerte de rearme de la socialdemocracia que recupera las recetas que los partidos socialistas habían ido abandonando en toda Europa.” Específicamente, habla de Gabriel Boric que está demostrando sentirse plenamente identificado con esta visión de la izquierda tan funcional al sistema.

Esta perspectiva de Vallin es la que ha de combatirse, en mi opinión, desde una perspectiva marxista. Porque al plantear que la izquierda que (en el caso de la Guerra de Ucrania/Donbass) no se alía absoluta y completamente al 100% con las posiciones de la OTAN y el Gobierno de Ucrania no puede ser siquiera tenida en cuenta en el terreno de juego, señala los límites del propio terreno de juego. Un tablero en el que no todo es válido. No se pueden platear soluciones revolucionarias, no es viable pretender una modificación en las relaciones de producción o en el marco institucional-legal, no se pueden cuestionar las leyes del mercado ni la protección del liberalismo económico.

De esto. De esto y no de otra cosa va el artículo de Vallín.

Vamos a ver de qué no va. Cuales son los “ruidos” con los que Vallin nos quiere despistar además de la metáfora tolkieniana.

No va de “meterse con los rojipardos” a quienes identifica con esa suerte de “Patrioterismo populista” que a veces se tiñe de rojo. No. A estos les ve como meros enemigos discursivos del liberalismo que desea hegemónico. Enemigo poco relevante numéricamente pero fácil de señalar y de ridiculizar.

Tampoco va de Pablo Iglesias y su Podcast “La Base”, al que acusa absurdamente de una alineación con Rusia que desde luego solo existe en su imaginación. No. Estas peleítas de los que hasta hace nada eran aliados tácticos, poco tienen que ver con la intención real de Vallín.

La verdad es que el artículo de Vallín es mucho más perverso en el sentido que es un aviso procedente de la hegemonía liberal. Este aviso, dice:

  • El discurso de “oponerse a la OTAN” es caduco y trasnochado. La OTAN es la democracia, la OTAN es la paz.

  • El límite de lo posible es el liberalismo. Democracia ES liberalismo. La democracia parlamentaria burguesa, el libre mercado y el Capitalismo. Cualquier otra solución no deberá ser tenida en cuenta y será considerada “poco democrática” o incluso “autoritaria”.

  • El máximo representante de esta cosmovisión es, como ya era, “Occidente®”, representado en primera instancia por los EE.UU. de América y por una UE, que finalmente se ha demostrado poco más que un títere para el teatro europeo.

  • Quienes consideren que este orden unipolar puede ser cuestionado, al margen de cualesquiera otras consideraciones, formas de gobierno, propuestas, alianzas... será considerado “enemigo de la Democracia”.

  • Específicamente Rusia y aunque no se nombra explicitamente, China, son el ejemplo de enemigos.

  • La Guerra de Ucrania es unicamente fruto de la megalomanía de Putin, un loco ávido de poder y sangre. Ni son relevantes la voluntad expansionista de la OTAN al Este desde 1991, ni la política genocida de sucesivos gobiernos de Ucrania en el Donbass, ni la política antisindical, antiobrera y de persecución de la oposición, especialmente de izquierdas de Volodimir Zelenski.


Podríamos concretar más, pero con eso es suficiente para entendernos. Y este aviso, tiene destinatarios claros: Cualquier ente, persona u organización que desde la izquierda pretenda tener un papel en el escenario político actual. Se llame Podemos, se llame IU o se llame como se llame. Se nos amenaza (por terminar con otro simil tolkieniano) con la destrucción de Númenor si pretendemos siquiera pisar Valinor, sean cuales sean nuestras intenciones.

Y esto es lo perverso del artículo en mi opinión, máxime cuando precisamente la izquierda tenemos el reto contrario: forjar, generar alianzas de impugnación del Capitalismo. Desde diferentes propuestas, pero con el objetivo de subvertir el orden vigente para avanzar hacia un Mundo más justo para una mayoría que hoy está excluída de los beneficios de la rapiña capitalista.

martes, 10 de mayo de 2022

REFLEXIONES ANTE EL XXI CONGRESO DEL PCE: BREVE HISTORIA DE UN PARTIDO CON FUTURO

 


Jesús Caballero Soler, militante del PCE en Aragón.


Se acerca el momento de un nuevo Congreso del Partido Comunista de España (PCE), el XXI, que previsiblemente se celebrará en 2022. Es, como todos, un Congreso importante. El Congreso es el máximo órgano del Partido. Es el que define las líneas estratégicas adecuadas para llevar a cabo el objetivo del Socialismo en España, el que sitúa el marco teórico en el que se desarrollarán las políticas del PCE en los siguientes cuatro años y en cuyos acuerdos deben situarse todas las propuestas tácticas que para ello se desarrollen durante tal periodo.

Pero este Congreso es, si cabe, más importante que otros, porque de alguna manera, en el XXI Congreso se debatirá el ser o no ser del propio Partido en la realidad actual.

El XX Congreso fue importante, asimismo. El Partido recuperó su denominación de “Marxista-Leninista” tras haberla abandonado en el IX Congreso en 1978. Lo definió bien Fco. José Martínez, miembro de la FIM en un artículo en “Mundo Obrero” de 2018 en el que dice: “el PCE propone el abandono del marxismo-leninismo en la definición del partido que se plantea como “un partido marxista, revolucionario y democrático”, inspirado en las teorías de Marx y Engels, en el que “la aportación de Lenin, en todo en cuanto sigue siendo válida, está integrada como la de otros grandes revolucionarios, pero sobre la base de que hoy no cabe mantener la idea restrictiva de que «el leninismo es el marxismo de nuestra época»”.


Con este cambio de denominación propuesto por Santiago Carrillo en el contexto del auge Eurocomunista, y aprobado por el conjunto del Partido, el PCE abandona definitivamente la senda de la ruptura con el Franquismo y le da una interpretación reformista a la “Tesis por la reconciliación Nacional” lanzada en 1956 y que suponía la nueva propuesta política del PCE para España tras el abandono de la resistencia armada al régimen franquista, como ejemplifica la retirada de apoyo al Maquis a finales de los años 40.

El Comité Central del PCE declararía, entre otras cosas:

“En la presente situación, y al acercarse el XX aniversario del comienzo de la guerra civil, el Partido Comunista de España declara solemnemente estar dispuesto a contribuir sin reservas a la reconciliación nacional de los españoles, a terminar con la división abierta por la guerra civil y mantenida por el general Franco.

Fuera de la reconciliación nacional no hay más camino que el de la violencia; violencia para defender lo actual que se derrumba; violencia para responder a la brutalidad de los que, sabiéndose condenados, recurren a ella para mantener su dominación.

El Partido Comunista no quiere marchar por ese camino, al que tantas veces ha sido lanzado el pueblo español por la cerril intransigencia de las castas dirigentes a todo avance social.

Crece en España una nueva generación que no vivió la guerra civil, que no comparte los odios y las pasiones de quienes en ella participamos. Y no podemos, sin incurrir en tremenda responsabilidad ante España y ante el futuro, hacer pesar sobre esta generación las consecuencias de hechos en los que no tomó parte.

Las fuerzas democráticas españolas no pueden continuar como hasta ahora, al margen de la vida de España, imposibilitadas de enriquecerla y servirla con su aportación cultural y su experiencia política”

(Declaración del Comité Central del Partido Comunista de España en Junio de 1956. Transmitida por Radio España Independiente)


El PCE fuimos una de las grandes organizaciones de la resistencia antifranquista en el conjunto del Estado y sin duda la más importante de las que operaron en todo el territorio. Nuestra lucha durante el Franquismo fue heroica y se alimentó con la sangre de cientos de camaradas muertos, encarcelados, torturados y reprimidos en diversos grados desde el fin de la Guerra Civil hasta la misma aprobación de la Constitución Española vigente en 1978. Es de justicia reconocer nuestra lucha que fue capaz de mantener viva la llama de los anhelos democráticos de un pueblo que cada vez más, no vivió la guerra y precisaba de nuevos referentes de libertad, justicia y progreso. La Historia nunca podrá agradecer lo suficiente al PCE nuestra contribución a esa lucha.


Pero también es cierto que la política de la reconciliación y la renuncia a la ruptura, supusieron al menos desde 1978 una serie de decisiones que lastrarían las posibilidades de profundización realmente democrática en España durante décadas. Con toda seguridad se puede defender (y yo defiendo) que probablemente se tomó la “solución posible”, vista la correlación de fuerzas existente, las amenazas sobre la mesa, el agotamiento militante... pero ya no puede decirse hoy a la luz de la experiencia de estas décadas que aquello fue un acierto. Las mínimas concesiones arrancadas en la Constitución Española de 1978 (subordinación de la riqueza al interés común, una parte de avances laborales en “los pactos de la Moncloa”...), se han evidenciado como papel mojado frente a lo que se ha demostrado que era y es en realidad la “chicha” de la Transición: el mantenimiento en lo esencial de determinadas estructuras de la arquitectura franquista, la “ley de punto final” que cerró toda posibilidad de fiscalizar los crímenes del Franquismo, la no depuración de elementos ultras entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el mantenimiento de su poder económico y empresarial e influencia social de un grupo reducido de familias beneficiadas durante la Dictadura.


En esa serie de decisiones del Partido, asumimos formar parte de un “gran pacto de estado” que garantizaba esas continuidades sin cuestión, personificadas en la figura de la Monarquía y de Juan Carlos de Borbón, el delincuente que durante casi 40 años fue el Jefe del Estado antes de abdicar en su hijo Felipe. Esta Monarquía es de hecho la encargada por el Dictador de mantener lo esencial “la unidad de España, Juanito”, le diría franco al Borbón en su lecho de muerte. En esa frase se resume toda una voluntad de mantenimiento y protección del Statu quo postfranquista que la Monarquía ha estado y está gustosa de defender.


El PCE formamos parte de ese pacto de Estado que muchas otras organizaciones no asumieron. Bien por estar a nuestra izquierda, bien por no asumir la fórmula de Monarquía Constitucional que se propuso, o bien por representar una parte de la voluntad independentista de algunos territorios del Estado. Quienes no asumieron el nuevo escenario, no fueron legalizados. Pasarían años antes de su legalización o de su desaparición en algunos casos. Al formar parte de ese pacto desde la ausencia (o imposibilidad real) de voluntad de ruptura, el PCE asume de hecho todo el paquete completo. El famoso acto de “aceptación de la bandera monárquica”, no deja de ser un mero elemento simbólico pero que recoge la voluntad de las élites postfranquistas de escenificar la “derrota y la humillación comunista”. Por parte del PCE, quizás en la percepción de que el esfuerzo antifranquista sería recompensado, bien con responsabilidades de Estado, bien electoralmente o bien con una cierta reparación económica, jugamos a cofundar el “Régimen del 78”, un sistema diseñado para que dos organizaciones, defensoras ambas del statu quo, una “mas a la derecha” y otra “más a la izquierda” se turnasen en el Gobierno (que no en el Poder) apoyados en organizaciones de derecha nacionalista/autonomista mayoritaria en algunos territorios y que se relegase a la tercera fuerza política a un resultado peor. Una reforma electoral “contra el PCE”. El PCE, NO PODÍA gobernar el Estado en ninguna fórmula.

No sería la única decepción de quienes tomaron desde el PCE el camino de la reforma pactada. Los elementos más interesantes incluidos por los militantes comunistas en la Constitución o en otros acuerdos, se demostrarían papel mojado en manos de Gobiernos liberales cuyo objetivo fundamental era descapitalizar al Estado, privatizar al máximo los Servicios Públicos y dar carta de libertad al Capitalismo para el control del país. Para todo esto, el partido fundamental, el pilar esencial del “Régimen del 78”, el Partido que no puede caer bajo ningún concepto y que era y es el máximo defensor de las políticas de mercado es el PSOE.


En el turnismo que PP (antes AP) y PSOE representan, al PSOE le corresponde el papel “de izquierdas”. Sabemos lo que es el PSOE. Quizás uno de los mayores errores de la gente de izquierdas en España ha sido asumir que el PSOE forma parte de la Izquierda. No es así. El PSOE es una organización muy conservadora en lo estructural, liberal, socioliberal a lo sumo en lo económico y con una pátina de defensa de derechos sociales y defensa (meramente formal) de los servicios públicos.

Esta percepción no es extraña. Es fruto de décadas de trabajo de base. Sería ridículo repetir simplemente que “PSOE y PP, la misma mierda es”, porque aunque efectivamente representan sin fisuras a los mismos intereses estratégicos y defienden el reparto actual en las relaciones de producción, no se puede negar la implantación de las bases del PSOE en los barrios más populares, en asociaciones y organizaciones vecinales y sociales. Es muy doloroso que esa gente honestamente progresista no se cuestione a un partido que se ha dedicado durante 40 años a demoler el Estado Social de Derecho, pero ciertamente no se puede despachar con un mero “es lo mismo”. Porque no es así.

El PSOE ha gobernado España en tres etapas. De 1982 a 1996 con Felipe González en la Presidencia. De 2004 a 2011 con José Luís Rodríguez Zapatero y desde junio de 2018, con Pedro Sánchez en la Presidencia, en un primer momento en minoría tras la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy y desde enero de 2020 en coalición de Gobierno con Unidas Podemos.

En las diferentes comunidades autónomas, el PSOE ha tenido variados Gobiernos a veces en solitario, con mayoría absoluta o no, a veces en coalición con, entre otros socios, con IU.

La actitud de IU en estos Gobiernos, aun habiendo variaciones, por supuesto, ha sido en general la de garantizar siempre la investidura del PSOE donde fuese posible con nuestros votos, a veces a cambio de puestos (muy pocas veces consejerías de Gobierno, más veces puestos de confianza) y en otras ocasiones ser parte de una oposición “crítica pero poco, para no confundirnos con el PP”. Esta actitud, que tenía una parte de acceder a recursos económicos que nos corresponderían según la legislación vigente, que ha garantizado en gran parte nuestro crecimiento y supervivencia, ha contribuido a, como decíamos mas arriba, no solo colocar al PSOE en “la izquierda”, sino a situarlo como un actor necesario para “un gobierno de izquierda posible”. Con la inestimable colaboración de todo un aparato mediático capitaneado por el Grupo PRISA para ser un auténtico tanque mediático del PSOE y esencial en el mantenimiento de su posición como partido hegemónico del espacio socialdemócrata en España.

Desde ese espacio, desde esa “socialdemocracia” (que en realidad nunca lo fue), en España el PSOE ha privatizado sectores estratégicos del Estado, ha ejecutado reformas laborales lesivas para nuestra Clase, ha reprimido a colectivos políticos, sindicales y sociales con porras, juicios y cárcel. Con esas políticas durante décadas de Gobierno del PSOE, con esa identificación del PSOE como izquierda, con la casi nula exigencia de IU para investir a Presidentes del PSOE, el propio concepto “de izquierdas” queda parcialmente desvirtuado en el sentir popular, pues no parece significar nada muy diferente a cuando gobierna la derecha explícita.

Y todo esto con una IU que nunca abandonó luchas y posicionamientos dignos. Desde su nacimiento, en el que el PCE fue un actor esencial, IU estuvo contra la OTAN. Siempre junto a las luchas sindicales, sociales y políticas. En campaña por una Jornada laboral de 35 horas sin reducción salarial, en las plataformas contra las privatizaciones de servicios públicos, en manifestaciones contra el imperialismo y la Guerra, como actores esenciales en los éxitos de todas las huelgas generales.

Pero en IU no hemos sido precisamente ajenos a la confrontación interna. Aunque IU no ha sido nunca nada más que una organización socialdemócrata de hecho “en la perspectiva del Socialismo”, no todos dentro lo hemos planteado igual. Por hacer un resumen, la lucha entre una IU que aspirase a cogobernar con el PSOE haciendo una especie de “gran frente Socialdemócrata” y entre una IU que quería hacer oposición desde la izquierda del PSOE para profundizar los cambios de la Transición y explorar los límites del Estado Burgués español.

En la Coordinación de IU ha habido de todo. Gerardo Iglesias en su fundación, como la cara visible de la IU que luchaba contra la OTAN en plena pugna con un carrillismo expulsado del PCE y que se vestía de ortodoxia para marcharse al PSOE (sin Carrillo, pues le debió parecer demasiado ridículo). Después, Anguita. Un político que intentó aunar las dos visiones: Formar un frente socialdemócrata en España, pero desde una postura de enfrentamiento con el PSOE con la tesis de que para avanzar, lo primero era superar al PSOE como referente socialdemócrata. Planteamiento nunca tolerado por todo el aparato del Estado, político, mediático, las “cloacas”, que etiquetaron a Anguita como un loco llevando su resistencia al límite de lo razonable. No era Anguita un Revolucionario, pero sin duda fue un adelantado a su tiempo como luego expondré. Anguita fue también el responsable de IU durante los primeros años de Aznar en los que se intentó, con poco éxito, en realidad, representar una oposición diferente a la del PSOE. Nunca lo supimos explicar y el PSOE fue poco a poco capitalizando ese papel.

Y tras Anguita... Llamazares. Y con Llamazares, el inicio del declive ideológico. Al rebufo de unos malos últimos resultados en las municipales de la etapa de Anguita, Llamazares logra una correlación interna de fuerzas suficiente para sentirse seguro. Desde allí, desarma ideológicamente a IU, la coloca en un plano de subalternidad de hecho al PSOE aun manteniendo formalmente un discurso de “oposición” (influyente y exigente) que nos iba situando en la irrelevancia y con una militancia desactivada y casi “cómoda” en la inercia del Sistema.

Y en este escenario, la militancia del PCE iniciamos un lento despertar. En 2005 se celebra el XVII Congreso del PCE en el que, entre otras cosas, se plantean una política crítica con la deriva de IU o la recuperación paulatina de “todas las competencias del Partido”, amagando incluso con la concurrencia electoral por separado. Para una parte importante de la militancia del PCE, en el XVII Congreso se produce “el reencuentro con el Partido”. Una vuelta a la ilusión militante de décadas anteriores, una crítica abierta al “espacio PCE” en el que se quería limitar el papel del partido a un mero “espacio de debate” sin implicaciones políticas, limitadas estas a IU. Distintas federaciones se unen para que Frutos, que llegó a la Sª General en el XV Congreso en 1998 tras la dimisión de Anguita tras su primer infarto y que revalidó el cargo en el XVI Congreso en un escenario de pacto con el Llamazarismo para repartirse IU frente a las organizaciones trotskistas. En el XVII Congreso, se abandona esa política de “pacto con Llamazares” y se inicia el camino de un abandono del reformismo de IU aunque sin abandonarla finalmente. Este camino, llegó a su punto álgido entre 2008 y 2009 cuando en una IU con Cayo Lara de Coordinador se propone una hoja de ruta para la “refundación de IU” retomando en parte las tesis de Anguita y con la declaración del Comité federal de abril de 2009 en el que se “rompe con la Constitucion Española y se inicia la apertura de un proceso Constituyente hacia la Tercera república”.

Son años de ilusión para la militancia critica con el Llamazarismo en IU y crítica con las decisiones del Partido en una Transición y en un pacto de Estado de que ya no nos sentíamos parte. Se abre una vía de explorar nuevas convergencias, se empieza a criticar al PSOE más abiertamente. Parece que se detiene la caída electoral y que IU (y el PCE) recuperamos nuestra voz en la mesa política.

Pero damos la sensación de falta de impulso.

En 2012 IU entra a Gobernar en Andalucía y, aunque hubo posibilidades de avances como presupuestos participativos o posibilidades de una banca pública andaluza, al final las tesis de quienes decían que no teníamos que haber formado parte de ese Gobierno, se abren paso ante la evidencia de un PSOE que solo quería de IU un numero de votos que le mantuviera en el poder, con una nula voluntad de avance social alguno. IU abandona en Gobierno de Andalucía en 2015.

En el Estado, tampoco los resultados electorales acompañaban. El PSOE había sido desalojado del Gobierno y desde 2011 gobernaba el PP de Mariano Rajoy. Estos años, desde 2010 a 2015, mas o menos, son los de “la nada” en términos de relevancia de IU en el Estado, pero los años de lo que parecía un paulatino rearme ideológico del PCE. Se puede argumentar que en ese escenario, de PSOE noqueado y derecha en el Gobierno, parecía que quizás se acercaba “la oportunidad de IU”, mucho mas por las circunstancias políticas que por méritos propios. Pero al menos IU habíamos resistido hasta llegar a ese momento con posibilidades. Había encuestas que parecían apuntar subidas importantes de IU. Mucha gente vivió eso como “nuestro momento” poniendo en ese momento todas nuestras naves y esperanzas.

En 2011 sucedió el 15M, un movimiento muy poliédrico de base muy amplia, no necesariamente revolucionaria o ni siquiera “de izquierdas” en su conjunto, sectorializado y parcial pero que sin duda fue un aldabonazo entre otras cosas a la representatividad real de los partidos políticos en la sociedad. En ese movimiento, muchos militantes del Partido participaron activamente desde el primer momento, nunca buscando réditos políticos pero tampoco negando nuestra militancia lo cual fue un problema en gran número de ocasiones.

En ese contexto de desánimo y de “desconexión de muchos militantes del PCE con respecto a IU” de desprestigio absoluto de “la política”, llegan las elecciones europeas de 2014 y... el terremoto.

PODEMOS, un partido nacido unos pocos meses antes de la iniciativa de un grupo de profesores universitarios, figuras del propio 15M, exmilitantes de IU y otras personas sin militancia previa en ninguna otra organización, con una presencia mediática de sus líderes (especialmente Pablo Iglesias) que nunca ha dejado de sorprenderme porque parecían plantear un discurso irreverente, arrogante, de victoria posible y “ruptura con el pasado”, buscando superar el “eje izquierda-derecha” y apostando por un populismo de izquierdas en gran parte basado en las tesis de Laclau, logra el sorprendente resultado de 5 eurodiputados en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, solo uno menos que IU y tan solo 300.000 votos menos.

El impacto es durísimo para IU.

De repente, sin saber bien de donde había aparecido, un partido nuevo, PODEMOS, parece ser capaz de atraer a cientos, miles, decenas de miles de personas en un movimiento político a la izquierda del PSOE aunque ellos mismos rechazaran esa denominación. En las Elecciones Generales de 2015 sacan nada menos que 42 diputados. IU en coalición con otras organizaciones en lo que se llamó “Unidad Popular” (UP), sacamos 2 diputados.

42 PODEMOS y 2 IU.

Si había un momento para una organización a la izquierda del PSOE, PODEMOS se hizo con ese momento.

Tiempos convulsos para IU. Unos meses antes, se desfederó a IU-CM, la federación de IU en Madrid desde la base de que tenía un comportamiento fraccionario y preso de una serie de prácticas discutibles de una parte de su militancia. En términos prácticos, esto permitió que la parte de IU-CM crítica con la dirección de la Federación, pero muy alineada con la candidatura a la coordinación general de Alberto Garzón y proclive a pactar con un PODEMOS que ya no necesitaba a IU para nada, participase de las candidaturas de Ahora Madrid, que llevó a Manuela Carmena a la Alcaldía de la Capital y a IUCM-LV a, por primera vez, no obtener representación ni municipal ni autonómica. En esos términos, la desfederación de IU-CM supuso asimismo la expulsión de facto de cientos de camaradas que nunca defendieron la parte más reaccionaria de la Dirección de IU-CM, que de hecho, lucharon contra ella en muchas asambleas, pero que nunca creyeron que ni Podemos ni nada que se le pareciese fuese más que un producto de un sistema que quería frenar el potencial de una IU en ascenso. Algo muy discutible, en mi opinión y que no asumía practicamente ninguna autocrítica de todo el periodo anterior. Pero respetable al fin y al cabo.

El viento había cambiado definitivamente. Podemos navegaba con viento de cola, todo les valía, todo iba bien, su militancia y su dirigencia se permitían con prepotencia despreciar a IU y a su militancia como “el pasado”, como folclóricos irrelevantes, con un nulo respeto por 30 años de militancia y lucha.

Pero ciertamente lo hacían desde el éxito de sus planteamientos. En las elecciones generales de 2016, Unidas Podemos (PODEMOS ya en coalición con IU) obtiene 45 diputados. Formando un grupo parlamentario con “las confluencias” de 71 diputados y representando mas del 20% del voto. Aunque es una victoria agridulce pues el objetivo declarado era hacer “el Sorpasso” al PSOE. No sucedió por poco, pues el PSOE obtuvo 85 diputados. Aun no se sabía pero esa fue la ultima vez que es este escenario estuvo cerca de lograrse. Muy cerca, de hecho... pero no.

IU se rompe. Entre quienes veían con recelo a PODEMOS, quienes como se ha comentado sentían que era poco mas que una estrategia del Poder para evitar el ascenso de IU en solitario, entre quienes ven en Unidas Podemos la gran oportunidad para hacer efectivo el soñado movimiento Político y Social teorizado para IU (entre estos últimos, el propio Anguita y toda la actual dirección del PCE) y entre quienes no sabían qué pensar.

Todo se reconfigura en IU como si la irrupción de PODEMOS marcase el límite de una nueva era. Para unos, antes de Podemos todo estaba razonablemente bien y tras PODEMOS, llegaba el desastre de la desmovilización y la desaparición de facto de IU. Para otros, parecía que antes de PODEMOS todo estaba mal y Unidas Podemos era la única posibilidad de supervivencia y una oportunidad histórica para el avance de nuestras propuestas.

Como siempre, la realidad no era tan dicotómica y escondía muchos tonos de gris.

Confluencias municipales, llegaron los Ayuntamientos del cambio. Experiencias dispares. Madrid, con Carmena a la cabeza, ejemplo de confluencia personalista, construída con muchos mimbres pero en torno a una figura individualista, Manuela Carmena, que poco o nada tiene de izquierdas. Aunque supuso un soplo de aire fresco la ciudad, pronto se evidenciaron las luchas internas, a veces por cuotas de poder, a veces por decisiones francamente discutible como la “Operación Chamartin”, con una especulación digna de cualquier gobierno de la derecha.

Barcelona, con Ada Colau. La única que resiste hoy. Una activista contra los desahucios que logró una unidad de muchos en torno a una voluntad de municipalismo diferente, aunque muy lejana a una voluntad de impugnación al Sistema. Parecido quizás a Zaragoza en Común, auténtica experiencia de unidad de la izquierda zaragozana, ejemplo en muchos aspectos de una gestión enfocada a la voluntad popular a la izquierda del PSOE, atacada por todo el aparato mediático de la derecha y que perdió la alcaldía frente al PP, Cs y VOX.

¿En general? Nubes y claros. Nunca nos quitamos de encima la sensación de que para muchos participantes en las confluencias, la obtención de un espacio de poder y colocación estuvo por encima de la construcción de un proyecto sólido de base popular. Poco queda hoy de eso y se percibió claramente y con dureza. Quizás la exigencia de las bases de la izquierda a nuestros representantes son asfixiantes pero cundió la sensación de desánimo y por vez primera la idea de que “Sí se puede” hacer algunas cosas. Pero otras cosas no iba a poderse.

La puesta en práctica de una unidad “en torno a un programa”, salió mal. Sobre el papel, los programas fueron maravillosos. En la realidad, una ilusión de propuestas emanadas de varias sensibilidades, en algunos casos con muy poca conexión con la realidad material de una organización sin base militante sólida unitaria que las defendiese mucho más allá del enganche afectivo que concitó mayorías entre personas progresistas pero a los que no se logró implicar en el compromiso político y que, como tal fue fugaz.

Por primera vez en esta frenética historia que normalmente hubiera llevado décadas, pero que sucedió en unos pocos años, se evidenció que había dos velocidades: Por un lado la de unos representantes que venían de la cultura militante, que trataban de ser la voz de las posiciones históricas de sus organizaciones y base militante; por otro lado, representantes electos que se consideraban a sí mismos el sujeto político, sin base militante real y con una progresiva profundización en una dinámica viciada en la que los grupos institucionales (parlamentarios, municipales) eran el verdadero órgano político ejecutivo, el único realmente existente. Ni círculos, ni asambleas.

Para muchos, al menos en IU y el PCE, esta constatación fue demoledora. ¿Qué se ha logrado? ¿Para qué todo esto, las fracturas, las luchas? ¿Para esto?

Y llega el que quizás sea en mi opinión el momento político clave desde que apareció PODEMOS: el periodo comprendido entre la moción de censura exitosa a Mariano Rajoy en mayo de 2018 y la firma del pacto para un Gobierno de Coalición entre PSOE y Unidas Podemos en Diciembre de 2019 tras las elecciones Generales del 10N de 2019 en las que, lejos ya la posibilidad de sorpasso, el PSOE obtiene 120 diputados, UP 35 diputados y se logra una mayoría de investidura a Pedro Sanchez con los votos de su partido, el PSOE, los de UP, los de PNV, BNG, Más País (la formación de Errejón), Nueva Canarias, Compromis y Teruel Existe. Y por supuesto, con la necesaria abstención, sin la que no habría habido Gobierno, de ERC y EH-Bildu.

La importancia de este año y medio de vértigo consiste esencialmente en que Unidas Podemos, una organización de base estatal a la izquierda del PSOE, consigue una posición de poder en la negociación de la formación de un Gobierno, que no se le regala al PSOE sin negociar, sin presionar. Se exigen puestos en el Gobierno. Puestos de responsabilidad real. Ministerios mayores. Trabajo, Economía, Vicepresidencia. Se exige representatividad proporcional en el Consejo de Ministros y se avisa que el turnismo inercial, el que ha gobernado España durante 40 años sin alternativa alguna, se ha acabado. Se expone que se puede y se debe hablar con ERC, con EH-Bildu. Con estos últimos, como actores políticos en normalidad. Se genera una “mayoría tácita de investidura” en la que el PSOE ya no puede simplemente imponer sus condiciones. Y se avisa de que si no se acepta este escenario, no habrá Gobierno, colocando la pelota en el tejado de un PSOE obligado por vez primera desde 1982 a mirar a su izquierda con respeto y no desde la humillación. El sueño de Anguita.

Atrás queda el pacto de Pedro Sanchez con Albert Rivera dos años antes para la formación de un Gobierno tras las elecciones Generales del 20N de 2015. Un pacto de Gobierno entre una organización Socioliberal y otra liberal sin complejos que Pedro Sánchez reconocería en una increíble entrevista televisiva con Jordi Évole en noviembre de 2017 que se hizo “porque el Poder real en España le avisó de que de ninguna manera se podía pactar un Gobierno con PODEMOS”. Se puede teorizar mucho sobre esto. Sobre si Sánchez firmó con Ciudadanos en contra de su voluntad y ahora junto a UP está mas a gusto, o si por el contrario es ahora cuando está incómodo y hubiera preferido aquello. La verdad es que el PSOE, todos los PSOE de los últimos 40 años, el de Gonzalez, el de Zapatero y también el de Sanchez, maniobran esencialmente para mantener su posición de poder hegemónico como partido de la Socialdemocracia en España. Y lo hacen bien. Probablemente, la propia entrevista de Évole formó parte de ello. Esa propuesta de formación de Gobierno con Ciudadanos, por cierto, la apoyó en su momento gente de IU como Cayo Lara, ya ex-Coordinador General de IU como “una necesidad para la regeneración”. Ni la dirección de IU con Alberto Garzón ni Podemos lo apoyaron.

Pero estábamos a finales de 2019, con Ciudadanos practicamente desahuciado (cumplida ya su tarea de facilitar un Gobierno turnista para evitar quizás una gran coalicion, explícita o implícita, que evidenciase el gran pacto de Estado entre PSOE y PP para el mantenimiento del Statu quo), con una mayoría de izquierdas posible para la investidura.

Y se logra. Y se decide que UP y por tanto miembros significativos de IU y el PCE puedan entrar al Consejo de Ministros por primera vez desde el golpe de estado fascista de 1936. Como diría Pablo Iglesias, “se quiebra una clausula de exclusión no escrita”. Parece referirse al PCE en el Gobierno. En realidad, se refiere a cualquier persona de una organización a la izquierda del PSOE.

Se produjo tras la investidura de Pedro Sanchez un debate muy interesante. ¿Se entraba en el Gobierno o se facilitaba la investidura y se pasaba a la oposición? En PODEMOS, la cosa estuvo clara. A gobernar. Para esto se ha nacido. La dirección de IU compartía esa visión. En el PCE, más dudas. Quizás resulta irónico que cuando más dudas expresamos los comunistas a gobernar con el PSOE, fuera cuando estábamos en una mejor posición negociadora. El Secretario General de nuestro Partido aclaró que, para mantener la independencia del PCE, él no sería Ministro. La oportunidad es histórica y se le da luz verde desde el Comité Central a nuestra participación.

Se conforma y empieza su andadura “el Gobierno más progresista de la Historia desde 1978”, afirmación que bien podría ser cierta. Las expectativas para los militantes del PCE, no son bajas. ¿Se pueden derogar las reformas laborales, al menos la del PP? ¿Se puede derogar la ley mordaza? ¿Se puede recuperar una universalidad plena de la Sanidad, aun no materializado a pesar de la “derogación del Decreto 16/2012? ¿Se puede recuperar para el Estado algún sector estratégico de los privatizados...? Tan solo estas preguntas parecían justificar el apoyo al Gobierno de Coalición.

Una vez más, por primera vez en 40 años, parecía que existía la posibilidad de un Gobierno realmente socialdemócrata, al menos digno de ese nombre en nuestro país.

¿Logros? Innegables. La revalorización de las pensiones, subidas del SMI que, al margen de las cuantías concretas, netamente insuficientes, deja de ser una cuestión tabú, Unos PGE con una orientación diferente a la austeridad, en medio de la peor pandemia que se recuerda, la aprobación de los ERTEs que, a la expectativa de ver su evolución en normalización o en EREs, han defendido millones de empleos, la persecución al fraude laboral de los falsos autónomos. La “Ley Rider” (aunque voces afirmasen con parte de razón que el Estatuto de los Trabajadores era legislacion suficiente), aumento de las inspecciones laborales en el campo, auténtico pozo de inmundicia lleno de situaciones de esclavitud a manos de propietarios. La nueva Ley de la Reforma Laboral que, a pesar de no ser el “triunfo histórico sin paliativos” que se nos vendió en un primer momento y tener amplias sombras ante las que deberemos estar alerta, sin duda ha supuesto un cambio de tendencia en la legislación laboral en España que, hasta este momento, contaba cada modificación por recortes.

Logros que en gran medida pueden ser atribuibles a UP mucho más que a un PSOE que se ha resistido a cada una de estas medidas, teniendo que arrancarlas casi una a una desde la sangre en la negociación interna de un Gobierno en la que la correlación interna de fuerzas es de 5:1.

Pero también ha habido decepciones. Quizás, la más dolorosa el papel del Coordinador General de IU y Ministro de Consumo Alberto Garzón. Relegado a un Ministerio de perfil bajo, cuya gran apuesta parecía ser “la ilegalización de las casas de apuestas” y que ha tenido algun avance pero muy lejos de esa grandilocuente formulación. “De ilegalizacion nada. No es posible”, se nos aclaró. Las casas de apuestas siguen abiertas, suponiendo un auténtico cancer para nuestra juventud y nuestros barrios obreros. Los tímidos avances de limitación a la publicidad el TV y equipos deportivos y algún límite regulatorio al acceso a las apuestas online, parecen poco para justificar el Ministerio del Coordinador de una de las fuerzas más relevantes de UP.

No se ha derogado la Ley Mordaza.

En el infame documento de la irrelevante “comisión para la reconstrucción” tras la pandemia de COVID-19, nuestros diputados votan a favor de un texto que da carta blanca a la “colaboración público-privada” en general y especialmente en Sanidad, siendo esta fórmula la principal apuesta privatizadora de la Patronal de la Sanidad Privada. No se ha derogado la Ley 15/97 de “nuevas formas de gestión”, inicio oficial de la privatización sanitaria en España.

La Sanidad Pública es sin duda la gran derrotada de la Pandemia. Es una catástrofe sin parangón y nada parece poder hacerse desde un Estado con la Sanidad transferida a las CC.AA. No se encuentra la fórmula no ya para nacionalizar sectores estratégicos de la economía, como la producción y consumo electricos, sino que tampoco se termina de poder limitar el abuso de las empresas privadas, ENDESA, Gas Natural, Iberdrola, que siguen manipulando precios para mantener su tasa de beneficios intacta y para determinar la política estratégica del Estado.

Pero a pesar de esto, frente a este Gobierno, poco sospechoso de ser la antesala de ninguna revolución socialista en España, las fuerzas del Estado profundo, no de la derecha, no del “Gobierno”. Las fuerzas del Estado, policiales, mediáticas, judiciales, que tratan de asfixiar cualquier atisbo de modificación del Statu quo, se ponen manos a la obra para desestabilizar al Gobierno PSOE-UP. En este momento, el movimiento parece dirigirse a visibilizar una posible mayoría parlamentaria diferente de la de investidura que contó con un amplio consenso de organizaciones a la izquierda del PSOE. Es ese escenario, de “Gran Coalición” explícita o implícita, facilitada por un comodín propiciatorio, el que desea el poder. Sería muy deseable criticar todo lo criticable al Gobierno PSOE-UP y a la propia UP, pero nunca para entrar en ese juego de cierre de crisis y vuelta al turnismo. Cabe decir que no dio nunca la sensación de que estas fuerzas oscuras y reaccionarias se sintieran tan incómodas con IU en ningún momento

En fin, nuevamente luces y sombras. Si se quisiera caracterizar a este Gobierno, ¿podría decirse que es un Gobierno socialdemócrata? La verdad es que dificilmente. Como mucho. ¿Es lo mas cerca que hemos estado de uno desde 1978? Sin duda. Pero sería engañarse creer que puede afirmarse algo más allá. La propia correlación de fuerzas en el Gobierno de la que hablábamos antes, hace imposible mayores avances, seguramente. Pero este no es un espacio electoral. Aquí no estamos para declarar que “se conseguirían más cosas con más votos para UP en las próximas elecciones”, ni para afirmar que “es la mejor opción posible”, sin más.

La militancia del PCE y el propio PCE, pretendemos hacer un análisis de cuál debe ser la actitud de un partido que se declara Comunista, que aspira a la construcción del Socialismo en España. Y que afirma organizarse según los principios del Marxismo-Leninismo.

La cuestión es: ¿Debe ser ese el objetivo del PCE? ¿Ser parte de la organización más importante de la Socialdemocracia en España sustituyendo en ese papel al PSOE? No sería decir poco, eso. El papel del PSOE como pilar fundamental del “Régimen del 78” está fuera de toda duda. Es el responsable de ejecutar una gran parte de los recortes y programa estratégico de la burguesía manteniendo a una mayoría de la población trabajadora calmada y conforme con ello. Pretender que UP represente otra forma de Socialdemocracia, alejada del Pacto de Estado postfranquista y que proponga un nuevo pacto acorde a nuevos tiempos, parece algo ambicioso, en realidad.

Pero en todo caso, lo que no es, es Socialismo.

La presencia de UP en el Gobierno, del PCE en IU y de IU en UP, en un contexto de militancia precaria, agotada, desorganizada, oxidada en la movilización y la lucha, ha hecho que la mayor parte de los recursos del Partido se vayan a apoyar esa acción de Gobierno. Se pide que se elaboren políticas para los Ministros del PCE allí. Que se planteen debates para que se lleven al Consejo de Ministros. Mundo Obrero es en la práctica el órgano oficial de los militantes del PCE en la estructura ampliada de Gobierno. Todo lo demás, cualquier crítica, cualquier otra postura, no es adecuada y es considerada un ataque al Partido. Otros análisis sobre dónde quedan los acuerdos del XX Congreso sobre la UE, por ejemplo, quedan fuera de esto.

La batalla está circunscrita al campo de la Socialdemocracia. ¿Qué socialdemocracia? ¿Cuánta Socialdemocracia? Es lícito. Pero el PCE debería al menos aspirar a más.

En este momento el espacio Socialista está vacío en España. Al margen de grupos muy minoritarios a la izquierda del PCE o de algunas corrientes de nacionalismo patriótico hispanista que se visten de Comunistas, no existe una verdadera fuerza que, con la potencia militante suficiente, con propuestas audaces de transición a un modelo de democracia obrera y planificación económica Socialista, se ponga a la tarea de ocupar ese espacio y ser el referente de masas en una propuesta de superación del Capitalismo y construcción de otro modelo.

Hoy no existe ni siquiera la voluntad real de plantear desde el PCE este escenario. Y sin embargo es esencial.

Afrontamos en este contexto el XXI Congreso del PCE, en junio de 2022. Necesitamos como comunistas creer en ese escenario revolucionario. Necesitamos generar una propuesta intelectual, cultural, económica y de Estado que nazca desde la aplicación del Marxismo-Leninismo a la realidad española, mucho más allá de afirmar que “en este momento, solo la opción de estar en un Gobierno de Coalición desde UP es lo posible”. Porque no es así. Necesitamos creer en una propuesta constituyente de un nuevo Estado, explicable, que se pueda calendarizar, para la que se precise una determinada política de alianzas que cuestione los límites que el Poder real, el de la gran burguesía española, el de la aristocracia y los terratenientes del campo español le imponen a la acción de este Gobierno y de cualquier gobierno. Los límites que el Estado burgués nos impone a la Clase Obrera. Necesitamos una propuesta de superación del Capitalismo, de abolición de la Monarquía para una Tercera República. Necesitamos una propuesta económica que cuente con la riqueza de España, como Estado y como territorio, para avanzar en una distribución diferente de las relaciones de producción, se llame ese futuro Estado como se llame. Eso es irrelevante.

Y desde esa propuesta de ruptura, de viraje del pacto de estado de 1978, que recupere la beligerancia con el Poder en España, así, “Poder”, con mayúscula, para eso necesitamos reconstruir el Partido para que llame a la unión de una masa critica posible, capaz de plantear a la Sociedad esta propuesta no como una rareza intelectual, sino como una alternativa viable y beneficiosa para los intereses de nuestra Clase. Solo desde la existencia honesta de esa propuesta se podrá decidir en qué medida seguir colaborando o no en un Gobierno socialdemócrata puede servir estratégica o tácticamente a nuestros intereses. No “porque es lo que hay”, sino porque reme a favor de nuestra propuesta Socialista.

Y esa es, en mi opinión, la tarea del XXI Congreso del PCE. Y para esa tarea, por supuesto, caso de ser aprobada, se precisará una Dirección comprometida con ella. Y esa propuesta será una impugnación a gran parte de las decisiones tomadas en el último periodo del Partido y por la actual Dirección. Y una impugnación probablemente a quienes la han llevado adelante. Por tanto será una Dirección nueva con alguien diferente a la cabeza, alguien que crea en este futuro del PCE, quienes deberán coger el testigo y relanzar al Partido a la senda que se abandonó en 1978, al camino que se nos perdió en 1956, el camino de la construcción del Socialismo en España. Que en realidad, como cada militante comunista sabe, es el único camino para la victoria.