No puede haber ninguna duda de que la medicina de austeridad administrada por los radicales pro-mercado de Alemania contribuyó en gran medida al desastre económico y social dentro de la zona del euro. En los “Países del Programa” las más elementales exigencias para legitimar la toma democrática de decisiones se han dejado de lado. En realidad, hoy en día los gobiernos de estos países no son más que los ejecutores de las órdenes de la Troika.
Hasta aquí, casi nadie en la izquierda europea estará en desacuerdo con lo que voy a decir. La discusión comienza con la pregunta sobre qué estrategia política debe seguirse en las actuales circunstancias para dar a la gente en los países en crisis una oportunidad real de mejorar sus circunstancias económicas y sociales y restablecer su soberanía democrática.
No
he mantenido en secreto mi propia posición, como muchas de mis
contribuciones pueden dar fe. Considero la abolición de la Unión
Monetaria Europea como la única posibilidad viable para lograr lo
anterior. La razón es que los países en crisis necesitan su propio
banco central y su moneda nacional. Sólo entonces será posible para
ellos adoptar una política fiscal expansiva. La devaluación de su
moneda, lo que sin duda ocurrirá, puede resultar en el cierre de las
brechas competitivas existentes ahora. No puede haber ninguna
posibilidad de recuperación económica si el desempleo masivo no
puede ser eliminado. Sin embargo, estas políticas no pueden ser
implementadas dentro de la UE. La soberanía del pueblo está y
seguirá estando gravemente limitada por el poder de los mercados de
capitales y el BCE. Aquellos que desde la izquierda argumentan a
favor de la devolución de las competencias monetarias desde la UE
hasta los estados-nación, deben estar listos para ser ignorados o
incluso calumniados como "nacionalistas sociales”, como
demostró la reacción a la propuesta de Sahra Wagenknecht
(europarlamentaria de Die Linke). ¿Por qué es este retorno de
competencias desde la UE a los Estados-nación está siendo rechazada
de plano y quién ve una alternativa viable de izquierdas a esta
estrategia?
El
sector pro-UE afirma que la integración europea es un paso positivo.
En su opinión, sus objetivos, la superación de los Estados-nación,
debe ser aplaudida ya que, en la era de la globalización, estos ya
no son suficientes para hacer frente a los muchos problemas que
enfrenta la humanidad. Además, a medida que avanzaba la integración
europea, el riesgo de conflictos militares en Europa disminuyó. Esto
ciertamente puede ser cierto, pero dificilmente no aborda la cuestión
de cómo un verdadero orden democrático puede ser construído más
allá del principio de la soberanía nacional o cómo debería
parecer y funcionar.
En
este escenario, la propuesta “DiEM25” de Varoufakis , cuyo
principal objetivo es de hecho el establecimiento de los "Estados
Unidos de Europa" puede ser bienvenida a primera vista. Uno
puede hablar día y noche sobre la democratización de las
instituciones de la UE (como ha ocurrido durante decenios hasta hoy),
pero sin un parlamento que represente la voluntad de los ciudadanos
europeos y sin órganos ejecutivos que actúan de acuerdo a esa
voluntad popular, no puede haber posibilidad de verdadera democracia
europea.
Incluso
los optimistas profesionales deben considerar que la solemne unión
de los pueblos europeos en una UE plenamente democratizada en 2025
como una ambición irreal. Se debe plantear la cuestión, incluso
para ellos, de lo que se pretende hacer exactamente en el “mientras
tanto”, que puede ser un periodo bastante largo, con respecto a la
situación económica y los problemas sociales que asolan la Unión
Europea. No hay una respuesta a esto. Se puede leer en el manifiesto
de DiEM25 que la crisis económica actual debe abordarse “dentro de
las instituciones existentes y de conformidad con los tratados
vigentes de la UE”. Cómo encaja esto con las afirmaciónes de que
"una burocracia común y una moneda común" son las
culpables de la situación disfuncional de la zona euro y de
“destruir de la solidaridad entre los pueblos de Europa" sigue
siendo un secreto que sólo Varoufakis y sus colegas conocen.
Es,
por supuesto, la cuestión esencial. El lanzamiento de tal iniciativa
en Berlín ha sido inteligentemente organizado como una acción
radical contra la nomenklatura
de la UE. De hecho, es en su mayor parte teatral. Varoufakis puede
proporcionar con ella una válvula de escape a la indignación de
muchas personas preocupadass y bien intencionadas de toda Europa. Si
bien la iniciativa sin duda tiene una alta capacidad para “hacer
sentirse bien” a sus defensores, predigo que resultará fatal para
la organización de la organización política eficaz en Europa. Su
principal problema es su programa reformista. La UE y el euro se
consideran como entidades inamovibles. El Varoufakis “pro-UE
izquierdista” se posiciona en que los problemas económicos,
sociales y políticos pueden abordarse dentro de las instituciones
existentes, ya sea con un poco de buena voluntad o por medio de
"movilización social". La percepción de que estas
instituciones no pueden ser reformados o redemocratizadas, está
ausente del concepto.
Se
pueden observar los resultados más maravillosos de la dialéctica
entre la retórica radical y la realpolitik
neoliberal en el propio país de Varoufakis, donde hoy un partido que
una vez se definió de “izquierda radical”, ejecuta las órdenes
de la Troika. En este escenario, el lema de DiEM25 que aparecía en
la invitación a la presentación del nuevo movimiento adquiere un
sorprendente sentido: "Anunciando la Democrazy” (juego de
palabras ¿Demolocura, demencracia?).
(art. original, en ingles, aquí http://www.flassbeck-economics.com/yanis-varoufakis-and-the-politics-of-the-theatre/ )